lunes, 28 de mayo de 2012

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Tomé oleos y pinceles y me senté en la terraza de mi casa. Era un día soleado y todos trabajaban en el patio, corrían muebles, cortaban ramas, barrían, limpiaban la pieza de cachureos que hay en el fondo.
Yo pintaba, y cuando terminé de pintar recién tomé conciencia de lo que había creado.
Hoy recuerdo ese día y veo imágenes de cómo todos se movían a mi alrededor, pero nada me perturbaba. Era esa conexión que solo encuentro con el arte, era ese espacio no temporal ni físico que se produce para mi, en el que me introduzco y disfruto, en el que me contienen y en el que fluyo...

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